Del Medellín de Pablo Escobar a la Guadalajara de Félix Gallardo
“Gonorrea Malparío, ¿por qué no recibe la plata más bien como todo el mundo? Podría tenerlo como un rey, pero ahora ¿sabe qué? Toca matar a su papá, a su mamá, sus hijitos… Toda su familia (…)”.
Abría la puerta de mi casa en Dublín una tarde lluviosa y, mientras me quitaba el chaquetón empapado, escuchaba esas palabras en Español que provenían del dormitorio de mi compañero de piso irlandés, quién vivía de noche y dormía de día. Me extrañó bastante, a la par que me agradó ver cómo, por una vez, el que veía la mayor parte de una serie subtitulada era él, y no yo.
Esa fue mi primera experiencia con esta serie de Netflix que, si bien analizándola puede tener sus luces y sus sombras, es la mejor adaptación que se ha hecho de la vida de Pablo Escobar y de la historia de la cocaína a finales del siglo pasado.
Esta es una serie que, a grandes rasgos, puede dividirse en el ascenso de uno de los capos más renombrados de la historia (1ª temporada), el declive del mismo (2ª temporada) y la continuación de su legado (3ª temporada).
Un ascenso, un descenso y el caos tras el orden
Siguiendo un orden lógico en las temporadas de la serie, nos podemos imaginar una montaña rusa de cualquier parque de atracciones y tendríamos un esquema bastante fiel de la serie.
En primera instancia, tenemos una inmersión histórica a la que poco se le puede reprochar. La ambientación colombiana de los años 80, el vestuario, la banda sonora, el atrezo, los extras, los vehículos e incluso los peinados nos hacen imbuirnos de un aroma a camisas sudadas, alcohol caribeño y cigarrillos de los que aún no se conocían con certeza su grado perjudicial extremo.
Tenemos, además, una historia en la que se entrelazan conceptos como la justicia de un ‘paisa’ que busca ayudar a su gente con la justicia del creciente imperio estadounidense. Simples máscaras que ocultan intereses económicos y de poder.
Así, la primera temporada pasa, enganchándonos a la pantalla, viendo a dos agentes de la D.E.A. perseguir a un ambicioso líder de cártel cuya cima de poder, alcanzada con altibajos, cambios de ritmo y pendientes más y menos pronunciadas, es coronada al final de esta.
Una trama repleta de personajes e historias secundarias
La segunda temporada demuestra que todo lo que sube baja, que nada es para siempre. Y sí, seguro que, como yo, muchos ya conocíamos cómo iba a terminar esta historia, pero ese punto no restaba interés a la trama. Una trama repleta de personajes e historias secundarias que, como en un videojuego que tiene historia principal y otras voluntarias que la orbitan, aportan ese condimento perfecto al plato principal. No entraré a valorar si las licencias que se ha tomado la serie son buenas o malas. Sólo diré que, siendo realistas, toda historia necesita enganche, y esta tiene uno muy bueno.
Quisiera destacar dos de esas ‘tramas satélites’ que orbitan alrededor de la figura de Pablo Escobar, ambas de ellas personificadas en un personaje distinto que, a priori, influye poco en la historia en sí, pero que forman parte del motivo de atracción de la serie; el padre de Pablo y el personaje de ‘Limón’. Ambos tan irrelevantes como emocionalmente importantes. Uno el amor, la decepción y la culpa; el otro la lealtad, el compromiso y la fe.
Para mí, aparte de que la serie ha conseguido plasmar la historia del cártel de Medellín de manera quasi magistral, son estas tramas secundarias tan buenas las que la hacen imprescindible para cualquier cinéfilo.
Tras la muerte de Pablo Escobar cambia el rumbo
Y efectivamente, tras el inevitable muerte histórica de Pablo Escobar, llega un vacío de poder, un nicho de mercado o una demanda que cubrir. Como se quiera ver. Aquí entra la tercera temporada. Protagonizada por un cártel de Cali que pretende no cometer los mismos errores que el encabezado por Pablo Escobar, y por un Javier Peña (Pedro Pascal) a modo de súper detective. Es de esos detectives que “molan” realmente porque son como funambulistas caminando sobre la fina línea entre lo legal y lo ilegal, de los que hacen tratos con, y trabajos para, los mismos que desea detener.
Traición, juego sucio, desesperación, obsesión y locura. Así definiría esta temporada, era difícil continuar la línea de éxito con el protagonista (y late motiv) de la serie muerto. Pero, al igual que con la saga ‘Piratas del Caribe’, han sabido matener actores y personajes que interesaban a la audiencia y continuar con una trama de éxito. Si no en ascenso, al menos manteniéndolo.
Y ahora, ¿qué?
Rompemos con todo, menos con la coca en la cuarta temporada
Se acabó Colombia, se acabó su gente, se acabó su acento, se acabó el bigote de Javier Peña. El orden cronológico se rompe para mantener la esencia de la serie, pero esta vez en México. La cuarta temporada es una apuesta fuerte por mantener a su principal protagonista: la cocaína. Así lo declaró Eric Newman, Showrunner de la serie.
¿Qué conllevará esto? Pues que volveremos atrás en el tiempo a los años 80 y mostrará el inicio del cártel mexicano de Guadalajara. El nuevo papel de “poli contra todo” lo representará Michael Peña, nacido en Chicago, pero recurrente actor para papeles mexicanos en Hollywood, quién se enfrentará al carismático Diego Luna en el papel de (Félix Gallardo), quién unificó a los traficantes dispersos de la región creando un nuevo imperio.
Apuntad en el calendario la fecha de estreno de la cuarta temporada: 16 de Noviembre.
¿Conclusión?
Para los más puristas, Narcos no es un fiel reflejo de la historia de la cocaína en Colombia. No en vano, el hijo de Pablo Escobar ya hizo algunas declaraciones sobre garrafales mentiras que la serie transmitía pero, ¿sabéis qué? tampoco busca ser un documental exhaustivamente fiel a la realidad histórica.
Narcos es una muy buena serie de Netflix, con una producción, guión y reparto detrás muy bueno (habrás notado que no he querido hablar del polémico acento chileno del brasileño Wagner Moura), que consigue su objetivo: atraer al público y que se conozca, siempre a grandes rasgos, quién fue el patrón Pablo Escobar.
Además ¿Quién no se ha pasado, los meses siguientes a ver las diferentes temporadas, conversaciones enteras metiendo las famosas expresiones “marica, hijoeputa, gonorrea, malparío, hueón”? ¿Sí o no?
Así que,
Plata o Plomo.